Hace unos años descubrí con asombro que un elefante nunca se desata de una pequeña cuerda que lo sujeta a un nudo casi imperceptible y éste a un poste apenas clavado en la tierra. Este fenómeno me hizo reflexionar sobre el comportamiento del ser humano, y comprobé que no somos tan diferentes a estos animales.
La realidad es que, desde niños aprendemos una serie de hechos que marcan nuestra forma de ser, estar y actuar en el futuro. Y dependiendo de nuestro aprendizaje, podemos llegar a ser capaces de no desatarnos nunca de las ataduras y limitaciones a las que nos someten, como el elefante.
El contexto en el que voy a centrar mi reflexión es el entorno laboral, aunque podría ser extrapolable a muchos ámbitos de la vida que nos rodea. Se trata de asumir el hecho de que existen personas acosadoras que someten a otras a un acoso moral, psicológico o sexual. En el caso del acoso laboral, el perfil del acosador es el de una persona poco brillante sin cualidades de líder ni capacidad personal y profesional para motivar a su equipo. Son directivos mediocres que por narcisismo, miedo a perder sus privilegios y miedo a que otros les superen son capaces de anular la dignidad de las personas, normalmente subordinados.
La actual situación económica ha provocado que se replanteen muchas cuestiones dentro de las propias empresas. Cuestiones como la productividad laboral o el papel de determinados mandos intermedios que se han tenido que someter a evaluación en muchos casos. Y con ello, un incremento de acoso laboral en todas sus vertientes y luchas de poder con el objetivo de, en muchos casos, justificar la presencia en directivos mediocres, incompetentes e inoperativos.
¿Que ocurre cuando este tipo de directivos ven amenazadas sus parcelas de poder?
Que no dudan en derivar la responsabilidad de su gestión en sus subordinados. Este es un momento decisivo para la dirección general de la empresa. Esta tiene que demostrar su buen criterio y pensar que si en todos estos años, estas personas han ocupado puestos de subordinación al cuestionado y en ningún momento éste ha trasladado problema alguno ante su trabajo, porqué ahora. La respuesta evidente, por la necesidad de conservar su puesto y por la incapacidad de asumir las responsabilidades de su puesto.
Llegados a este punto, en la mayoría de las ocasiones es cuando se abre la Caja de Pandora y en medio de un ambiente turbulento empresarial empiezan a aflorar los testimonios de las víctimas que durante años han sufrido y callado situaciones de abuso de poder. En definitiva, de acoso psicológico de todo tipo encaminado a un objetivo concreto, anular a la persona y someterla a su organigrama personal de poder.
Como señalaba, la realidad económica unida a una situación de mayor presión ante los resultados ha provocado que determinado tipo de gestión directiva se haya acentuado de sobremanera. Y esto es peligroso porque provoca una merma en cuanto a motivación, capacidad de trabajo y motivación del equipo de trabajo que en lugar de estar dirigido por un líder se ve abocado a los designios de un anti-líder.
- ¿Qué es un líder?
- Que aptitudes deben prevalecer en un buen gestor de equipos?
- ¿Cuáles deben o son los principios que hagan su actuación correcta?
- ¿Cómo nos fijamos nosotros y por qué en él?
Al igual que los padres son el modelo de actuación en las pautas de comportamiento de los hijos, los directores de las empresas son quienes deben impulsar a su equipo de trabajo, deben ser capaces de motivar a las personas en aras de un proyecto o de un objetivo. Esa es su función principal de cara al personal. Deben saber aprovechar el talento, fomentarlo y sacar lo mejor de cada profesional en su entorno de trabajo.
En el mundo empresarial donde profesionales, directivos y empresarios nos movemos, estamos acostumbrados a ser dirigidos como anteriormente apunté. Dirigidos por un equipo de personas en ocasiones preparadas. Otras en proyecto de serlo. Esto no es malo, todos aprendemos día a día. En el peor de los casos, nos vemos dirigidos por un algún directivo prepotente, vanidoso de su cargo, tirano con su empleado, mezquino y zalamero a la vez. El perfil de este último podríamos resumirlo en estos puntos
- Personas con una idea grandiosa de su propia importancia.
- Le absorben fantasías ilimitadas de éxito y de poder.
- Se considera especial y único.
- Tiene una necesidad excesiva de ser admirado.
- Piensa que se le debe todo.
- Explota al otro en sus relaciones interpersonales.
- Carece de empatía aunque pueden ser muy brillantes socialmente.
- Puede fingir que entiende los sentimientos de los demás.
- Tiene actitudes y comportamientos arrogantes.
Cualidades éstas que nos llevan a disfrazar nosotros mismos la realidad.
En estos últimos años, en las grandes y medianas empresas se habla mucho de conceptos como LIDERAZGO, COACHING, GESTIÓN DEL TALENTO, ETC….Conceptos que si somos capaces de llevar a la practica posibilitan hacer de las empresas y las personas, equipos totalmente vinculados y motivados en aras de alcanzar los objetivos. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando ese a quien tenemos de líder es y fomenta todo lo contrario?.
Qué ocurre cuando un “directivo”, abusa de un poder mal gestionado, abusa de un cargo para obtener “algo a cambio”, bajo amenazas disfrazadas de amistad; bajo coacciones veladas siempre y que en la mayoría de los casos nunca pueden demostrarse, salvo con la palabra, por supuesto, “la nuestra contra la suya”.
¿Qué ocurre cuando ese mando ocupa su poder para hacer del acoso, en todos los sentidos, su forma de relación laboral ?
- Sus victimas son personas.
- Su objetivo, es la dignidad de los otros.
- Su medio es el respeto perdido a los demás.
- Su finalidad es el beneficio obtenido de forma incorrecta.
- Sus consecuencias son las depresiones y bajas laborales sufridas por acosados y acosadas.
Su arma, es amor robado, ultrajado a los demás.
Por ello, os animo a denunciar este tipo de situaciones. Os animo porque es posible rebelarse y desenmascarar a estos anti-lideres que actúan como verdaderos destructores de las empresas y de las personas. Para ello es necesario, evitar cualquier sentimiento de culpa, ni por no haberlo hecho antes, ni por las repercusiones que le reporten a la “hiena” que dirige con malas artes y sonrisa maliciosa.
A todos los que estéis atravesando una situación similar trasmitiros la idea de que no hay que permitir un maltrato encubierto, ni una nueva baja con un diagnóstico erróneo. Solo hay una verdad. La vuestra, la nuestra, la de todos.
Lo que nos distingue del Elefante es saber que las personas podemos cambiar las cosas, rebelarnos y librarnos de las ataduras que limitan nuestro crecimiento personal y profesional SIEMPRE
Así que os invito a ser fuertes y rebelaros siempre.
Hasta la próxima